Queridísimo José María
Me vine a Granada sin despidirme de ti pero con / verguenza y dolor de corazón por no haberlo hecho, pero / mi hermano tenía prisa en el regreso a la cuidad del / capricho y la fantasia y me arrastró sin dejarme saludar / a mis queridos amigos y entre ellos tu, sobre todos, por tu bondad / por tu corazón y por esa cosa dulcísima y tierna que hay / en ti..., un no sé qué de renunciamiento y despedida, un / sentimiento de horizonte melancólico por el cual ya nunca / saldrá el sol, ni la luna de la tierra, un gesto de vieja flor / delirante y extática en la frescura lírica del cañaveral cubano. Sí José María! Tu eres más bueno que nadie, y mas niño que nadie, / y yo no debí regresar sin el calor / de tu mano entre la mía... pero tu no te fijas hondamente / en estas cosas! y esto me alegra! Espero que este verano me
escribirás como el verano que pasó y yo tendre el gusto de / enviarte poemas y dibujos que refrescaran ese horno gris y / amarillo sucio que es Madrid en verano.
Quiza en otra carta te recomiende a un delicadisimo y / exquisito amigo mio joven pintor de gran talento que viva en / Madrid estrechamente, no para que le socorras sino para que le des / libros y calor, calor de amistad que tanto necesita en el emocionante / desamparo de su dolorosas adolescencia.
Adios José María un abrazo muy fuerte de
Federico
[Dibujo de una flor] Señas