Este triste marinero fuma su pipa y recuerda. /Si se descuida un momento, sus ojos se irán para siempre al/ fondo del agua. !Qué lento mar sin velas y recuerdos estará /a estas mismas horas moviéndose! !Qué mar cubierto de /obscuras rosas y peces muertos! !Y qué real y verdadero!
!A la hora de oro! !Viva la hora!... todos estamos como el / marinerito. De los puertos nos llegan el rumor de los acordeones/ y el turbio ruido enjabonado de los muelles, de las montañas nos llega/ el plato de silencio que comen los pastores, pero nosotros no oimos /más que nuestras lejanías. !Y que lejanias sin fondo y sin puertos /y sin montañas!...
Tenía que dirigime a ti de esta manera. Tu marinero/ entenderá a mi marinero.
¿Dónde estás querido Jose Maria?
Hoy salgo de mi soledad para agirtarte mi panolito blanco./ Norte. Sur. Este. Oeste.
!Ya está! El pañolito tiene un nombre.
En el campo vivo. Espero que como siempre me escribirás. / Lejos de mis amigos enmedio de la resplandeciente Andalucia / yo me siento señor de todo esto con mi corte ignorada de/ bellezas morenas.
Adiós mar. Adiós José María. Conde, !Senor conde! Un abrazo de
Federico. (rex)
Señor